En efecto,
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ToggleHerencia compuesta por diecisiete caballos y un dos caballos
Acuden a mí a que les ayude con el reparto de la herencia que han recibido, 3 hermanos:
David, Pablo y Gerard
Los tres, residentes en Valencia, como le era su padre, Joan.
La herencia de Joan, se compone exclusivamente de 17 caballos y de un “dos caballos”.
El “dos caballos” por lo visto es un vehículo viejo, o antiguo – como mejor te parezca-, de la casa Citroen.
Se conoce que Joan muere sin liquidez.
Se había desprovisto del resto de sus bienes (dinero e inmuebles) a través de donaciones efectuadas a sus hijos, todas ellas no colacionables.
Testamento de los 17 caballos y un “dos caballos”
En su testamento, Joan:
- Legó a su esposa Ana Belén el dos caballos.
Y para el remanente de su caudal relicto,
compuesto únicamente por 17 caballos,
- instituyó herederos a sus tres hijos,
mas no por partes iguales, sino
en las siguientes proporciones:
- A David el mayor, le dejó la mitad de los caballos,
- al mediano, Pablo, una tercera parte,
- y al hijo menor, Gerard, una novena parte.
Problema con el reparto de los 17 caballos
Los tres hermanos no paraban de discutir acerca de quién se quedaría con cuántos caballos.
El número 17 no es divisible entre 2, entre 3, ni entre 9.
No querían hacer una carnicería.
Tampoco es que se lleven demasiado bien.
La buena noticia para ellos es que como son fieles lectores de este blog,
deciden salir de su zona de confort
y contactan conmigo, a ver si les saco del entuerto.
Tras escuchar atentamente su problema, (anticipando su respuesta) les pregunto:
-¿Y no queréis mantener los 17 caballos en comunidad?
Es decir, ser cada uno cotitular de los 17 en la proporción en la que os ha designado vuestro padre.
-¿Tú estás loco?
-Vale, vale, dejadme darle una vuelta.
Una solución creativa
Después de consultarlo con la almohada durante unos días, voy a ver a mi amigo Vicente,
que es gran aficionado a los caballos y tras tomarnos unos vinos,
le pregunto:
-Oye Vicente, ¿tú no me prestarías alguno de tus caballos?
-¿Alguno de mis caballos?
-Sí.
-¿Y para qué?
-No te lo puedo contar. Tú confía en mí.
-Está bien, y cuál quieres?
-Con Escipión me apaño.
-Hecho.
El reparto final
Así que al lunes siguiente; bueno el lunes, no, el martes,
convoco a mis tres clientes, los hermanos caballistas, y les digo.
-Ya tengo la solución para vosotros. Tomad este caballo.
Ahora ya tenéis 18 para dividir sin tener que despiezar a ningún corcel . Id en paz.
Me miran un tanto perplejos, esa es la verdad.
A los cuatro días me dan nuevas de cómo han partido la herencia.
Como no podía ser de otra manera….
- David se queda la mitad de los 18 caballos, 9.
- Pablo, una tercera parte, 6.
- y Gerard, un noveno, que son 2.
Total 17.
-Bueno, pues ya lo tenéis -les digo.
Y me responden:
-Y además nos ha sobrado el caballo que nos has prestado. Te devolvemos a Escipión.
Y yo hago lo propio con mi amigo Vicente.
Final feliz.
Moraleja
A veces hay que mirar más allá de las propias narices.
¡Feliz Navidad!